Lo afirma la Sociedad Argentina de pediatría, donde apunta que son un gran riesgo para los niños y adolescentes, donde en la mayoría de ocasiones no ocurren por fatalidad, sino por falta de prevención.
En ocasiones la no existencia (subjetivamente hablando) de situaciones de riesgo para el alumno, profesor o miembros del centro nos hacen “bajar la guardia” y crear, pese a que no exista, algo parecido a una atmósfera segura. Es por ello que debemos abandonar la rutina e ir más allá. No esperemos a los accidentes, seamos nosotros quien los busquemos, detectemos y tomemos ante ellos una conducta segura y preventiva, diseñando un sencillo documento que nos permita reconducir o definir un protocolo para aquellas situaciones que puedan ocasionarnos un riesgo.
Y esta labor no la podemos hacer solos. Por lo tanto, debemos correr la voz entre todos los miembros que forman la comunidad educativa informando aquello que significa PREVENIR, siendo el primer escalón para evitar el accidente.
EN CLAVE:
- ¿Estamos seguros en el centro donde trabajamos o estudiamos?
- ¿Conozco qué es prevenir aplicado a mi realidad?
- ¿Cómo puedo colaborar YO en prevenir accidentes y fomentar la prevención?
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